¿Qué puede decir más del universo creativo de un artista que su propio hogar? En la casa-estudio de esta carismática arquitecta y diseñadora, todo nos habla.
A una vigorizante caminata de la Milán céntrica –monumental, elegante y por momentos solemne–, está el barrio de Tortona, un antiguo polo de corte industrial y fabril que, hace más o menos veinte años, le cedió (no tan de a poco) sus espacios al mundo de la moda y el diseño. Acá fue que Paola Navone encontró el lugar ideal para trabajar y vivir mientras está en la ciudad (porque reparte sus días entre Milán y París, así como durante veinte años lo hizo entre Milán y Hong Kong).
“Cuando vine a ver este taller estaba literalmente a cielo abierto (el techo se había desplomado en un incendio) y no me quise desprender de esa sensación aérea y luminosa”. Así surgió la estructura de chapa que sobrevuela el clásico dibujo a dos aguas donde se encuentra su departamento. La idea le permitió varias soluciones (como todas las ideas inteligentes): mantener una gran altura en su lugar íntimo, rodearse de un jardín que filtrara el ruido y resguardara la vista de los ventanales y subrayar la cualidad industrial de origen, que equilibraría el toque lúdico y a veces barroco de sus muebles y objetos. ¶
Un interior inesperado
“Quise traer las piedras de la calle al interior, pero en una versión de playa. Las carpetas de calcáreos que puse en medio de ellas son como el mar (además de un salvavidas para la que anda con tacos)”, dice con absoluta seriedad. Las piedras llamaron a los calcáreos; los calcáreos, al lino. “Es que los mosaicos calcáreos toman el color de una manera ‘polvorienta’, como si se tratara de una tiza: lo mismo sucede con el lino. El toque final fue oponerle brillo a todo eso”.
La escalera-tótem en chapa sostenida por troncos y tirantes de acero evoca su tiempo en África, tras recibirse de arquitecta.
“Soy una persona nómade que se siente en casa donde quiera que esté; el viaje es un aspecto central de mi vida que no se contabiliza en kilómetros”, porque, como no se cansa de repetir, viajar es sobre todo un estado mental. Otros lo llamarán inspiración.
Entre tantos blasones, está el haber sido directora de arte de la firma Gervasoni entre 1996 y 2020.
"Me gusta experimentar oponiendo lo grande a lo chico, lo brillante a lo mate, objetos de diseño a cositas de mercados. Es como juntar a dos personas totalmente distintas y dejarlas un rato, a ver si dialogan o no"
Arq. Paola Navone, dueña de casa
El gran ¡oh!
El dormitorio de Paola Navone es transparente sobre sus pasiones: el Mediterráneo –por su azul, una vida de infinito viajar, el pez como símbolo instalado (Paola es de Piscis y se siente muy identificada con esa imagen)–, la cerámica, la mezcla entre lo sofisticado y lo banal, la imperfección como huella humana necesaria y el ingenio que no conoce obstáculos.
Fuera del cubo revestido en cerámicas, a uno y otro lado del dormitorio que toma el ancho del espacio de terraza a terraza, el rincón de la bañadera y el del lavatorio. En este último se reúnen woks sobre antiguas ánforas traídas de Marruecos. El central (y real) se apoya contra la pared, obviamente, pero despista rodeado de “esculturas” similares.
La cocina de una gourmet
“Me encantan la cocina, cocinar, la vajilla. Ese costado más ‘alimentario’ y goloso proviene de mi abuela, que preparaba unos platos exquisitos”, comparte la diseñadora. Y es un verdadero sueño del cocinero, al que no le falta ni la máquina de cortar fiambres.
Son tantos los objetos que se unificó su color plateado, pero con una cuota de rojo, indispensable para Navone.